Pedacito de cielo te llamé,
pues así te noto.
Caído de allí, y
Dios me permita decirte
que la belleza que conlleva ser tu mismo
es increíble.
No recuerdo si era música lenta,
no hacía frío ni calor.
Se parecía a otoño pero no lo era.
Recuerdo poder ver muchas cosas.
Caras, cafés y luz.
También recuerdo estar abajo,
admirando celestes y verdes.
Siempre noté que las personas
son más lindas sonriendo.
Pero jamás pensé que se transformaban.
Como un reptil,
se mudaban de piel.
Cambiaban totalmente su aspecto,
encontrándose en algo de luminosidad
desconocida por la realidad.
Podría decir que el tiempo
se había congelado inevitablemente.
Sí, eran dos en uno,
nada de individuos.
El mundo se unió.
Temprano habías caído.
No creo en los ángeles
ni en los querubines.
El cielo te miraba enojado,
te habías ido.
Pero brillaba para ambos.
Porque este día de sol era único.
Y fue maravilloso conocer
algo que sólo leía en ficciones.
Pedacito de cielo.
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