¡Buenas tardes, lectores! Hoy les traigo una reflexión acerca del invierno. ¡Espero que la disfruten mucho!
Invierno
Sin dudas el invierno es terrible.
Nunca supe lo que es el invierno. La gente siempre me decía que estar en invierno era lo peor que me podría pasar. Que vivir el invierno es vivir un infierno. No se equivocan, claro que no.
Desde pequeña siempre quise sentir ese frío, ¡qué ilusa! Siempre pensé que era un frío amigable, algo de lo que jamás me debía de preocupar. Que cuando me tocase vivir congelada, iba a sentirme viva.
Bueno, claro que me siento viva. Hoy puedo decir que sé qué es vivir. Es una pena tener que decirlo, pero estoy segura de que el universo nos hace pasar por una helada, como mínimo, una vez en nuestras vidas, para entender todo. Entendemos por qué las personas se retiran. Se van por la puerta y la dejan abierta, siempre lo hacen. A veces entran otras personas. Algunas entran con la cabeza baja y comienza a llover; temo cuando entran esas personas, temo porque no sé si con esas personas se aproxima otra helada.
Pero hay veces en que otras personas entran desde allí. Son personas que sonríen, con la cabeza en alto. Y hacen que el sol salga y brille tanto que no puedes dejar de sonreír.
A esas personas les dedico este escrito. A todas las personas que entraron a mi vida con una sonrisa, y luego del invierno, hicieron que se hiciese primavera con toda esa hermosa luz que irradian.
Esas personas hacen que la helada pase y que las flores broten por donde veas. Hacen que te alegres al salir a la calle a dar un paseo, o que cuando abras los ojos a la mañana te sientas afortunado por todo lo que tienes. Hacen que disfrutes tu canción favorita con una sonrisa.
Hacen que te enamores de su luz.
Gracias a todas las personas que brillan en mi vida. Estoy segura que tú también conoces a esa persona que brilla, o tal vez tú seas esa persona en mi vida o en la vida de alguien más.
Brillen, que el alma sonríe.
¡Un saludo a todas esas personas que hacen brillar a los demás!
Les mando un beso,
Zoe.